Una instalación fotovoltaica permite transformar la energía del sol en energía eléctrica de uso común.
Así pues, con la electricidad generada, se dan dos posibilidades de uso:
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Producir electricidad durante el día, para almacenar y poder consumir posteriormente. Estos sistemas son útiles para viviendas alejadas de la red eléctrica, bombeos de agua y en realidad, para cualquier consumo eléctrico necesario.
Vender la electricidad generada a la Compañía Eléctrica inyectándola a la red , amortizando en un menor período de tiempo, cosa que se traduce en unos beneficios económicos y ambientales directos.
Estas instalaciones, que disfrutan de un marco jurídico específico, se deben legalizar como instalaciones productoras de electricidad.
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