La biomasa de origen forestal proviene de las actividades de explotación forestal y de la necesidad de realizar trabajos de mantenimiento y limpieza de los bosques y las masas forestales, mediante aclarados, podas, limpiezas de bosques, etc.
Dentro de este grupo también se incluyen los residuos generados por la industria forestal (aserraderos, industrias de primera transformación, fabricantes de productos elaborados de madera, fabricantes de corcho y de pasta de papel).
El aprovechamiento térmico que supone la combustión de la biomasa puede proporcionar agua caliente , calefacción o aire caliente.
La diversidad y heterogeneidad en la procedencia del combustible, hace que las calderas de biomasa utilicen varios tipos y formas de biomasa para combustión:
- Astillas: materiales vegetales o de madera triturados en fragmentos del orden de 2 a 10 cm de largo, como también puntas o maderas con diámetros pequeños que no tienen salida comercial.
- Pelletas: residuos procedentes de la limpieza forestal y de la industria de la madera. Este combustible es triturado y secado con tal de disminuir el nivel de humedad, para finalmente ser prensado y comprimido en forma de pequeños cilindros de 1,5-2cm de longitud y de 6-8 cm de diámetro. Por lo tanto, este combustible se distingue por la baja humedad (inferior al 12%), por su elevada densidad y regularidad del material, y por su elevado poder calorífico (p.c.y. 4.000-4.500 kcal/kg).
- Briquetas: madera u otros materiales vegetales comprimidos a alta presión, de forma que se obtienen unidades compactas.
Las emisiones a la atmósfera son comparables a los sistemas de gas natural y gas-oil (combustibles fósiles), aun cuando no tiene un impacto medioambiental significativo, teniendo en cuenta que el CO 2 que se libera a la atmósfera durante la combustión ha sido previamente captado por los vegetales durante su crecimiento y, por lo tanto, el balance final es neutro, nulo.
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